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Los saltos mortales tienen una vida

breve.

Los saltos vitales también,

pero luego al menos puedes mirar fotografías

(seguro que ya las han colgado en Internet).

Cuando describo el precipicio al que me

asomo

hago literaltura.

Esto es un chiste, como todos los pasos

atrás,

que es mi manera de creer.

No se puede saltar hacia un

abismo

y esperar caer de pie

–o esperar que tu pie no termine

mezclado con tu seso allá en lo

hondo–.

(¡Pies, para qué os quiero!)

Siempre es mejor saltar sin pretender

romper récords mundiales en mil

trozos.

Hay quién intentará saltar desde la luna

–con paracaídas, eso sí–.

Con lo sencillo que es decir

te quiero.