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2017, acción directa noviolenta, calidad de vida, Crítica, desobediencia civil, insumisión en los cuarteles, noviolencia, opinión, política
por Alicia Valcmorós
Se cumplen este mes de marzo de 2017 20 años de la campaña que el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia) lanzó en el estado español bajo el lema «Seguimos desobedeciendo». La campaña consistía en entrar en el cuartel, pasar el mínimo tiempo posible para ser considerado «soldado», y luego marcharse y declararse insumiso, por lo que esos jóvenes pasaban a la jurisdición militar y eran considerados desertores y juzgados como tal, cumpliendo penas de 2 años, cuatro meses y un día (mínimo) en la Prisión Militar de Alcalá de Henares.
Cerca de una veintena de jóvenes siguieron la campaña, 2 en Valladolid, junto a miles de otras personas que les ofrecieron su apoyo, mientras los cuarteles se iban vaciando a pasos agigantados, ya fuera por la decisión de muchos jóvenes a declararse insumisos «tradicionales» (bajo jurisdicción civil), ya fuera por el incremento acelerado de los que se decidieron a declararse objetores.
En diciembre del año 2001, el gobierno se vio obligado a terminar la «mili» (aunque no sacó de la cárcel a los insumisos de los cuarteles hasta junio del 2002).
La insumisión fue un movimiento a favor de una defensa noviolenta de la calidad de vida y del bienestar entendido más allá de la competitividad sustentada desde los puros datos económicos (PIB), o de lógicas de enfrentamiento entre personas y pueblos. Fue un movimiento de desobediencia civil que embarcó a cientos de miles personas en una apuesta por el control de sus propias vidas.
¿Hemos perdido la apuesta, hoy día?