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El tiempo ya no parece el tiempo;
había, entonces, algo que pasaba,
que sentías en el roce del alma:
un instante preñado,
fecundación y túmulo,
imprescindible para la sucesión.
Decir hoy, o después, o hace una hora,
significaba un salto en el vacío,
una revolución sin paradigmas.
Ahora ya nada muere,
porque ya nada nace;
en esta eternidad de andar por casa
no estoy, no estás,
y el verso determina
la anorexia fatal de todo enlace.